“Te cambio el celular por uno nuevo, con muchas más funciones que el que tienes” Me sugirió un amigo bien intencionado “Esa carcacha no va con tu personalidad” Agregó y con esa puntilla a mi vanidad remató cualquier resabio de resistencia tecnológica de mi parte por lo que, totalmente confiada, le entregué mi modelo “vintage” fabricado hace muchísimos años, como dos, que ya le daba pena ajena a él cuando yo contestaba alguna llamada en presencia de otros.
Al día siguiente, me dí cuenta de que no había respaldado los datos que tenía almacenados en el celular retro y llamé a mi amigo generoso para comentárselo quien me informó que, desafortunadamente, la reliquia ya había sido almacenada en el acervo del futuro museo de la obsolescencia que será inaugurado en fecha próxima, pero -agregó para animarme un poco- mi nuevo modelo de teléfono-agenda-internet-cámara de fotos y video ya estaba en camino por lo que podría registrar de nuevo con foto y todo los datos de aquellos conocidos cuyos datos había perdido. “Sirve que le das una revisada a tu lista y descartas a aquellas personas que ya te son X” dijo con acento hiper cool.
Finalmente, recibí el modelo de última generación, procedí a revisarlo intentando entender su funcionamiento, después de tan solo 15 minutos logré desbloquear sus teclas y al realizar la sincronización con mi computadora para transmitirle los datos almacenados en ella, me di cuenta de que mi amigo había olvidado dejarlo en limpio con lo cual terminé enterándome de su vida y milagros, con su agenda, calendario y notas mezcladas con las mías. Una vez repuesta del episodio de doble personalidad que me ocasionó dudar entre asistir a sus citas o a las mías, pensé una vez más en el refrán de “Más vale por conocido, que bueno por conocer” ¿Te ha pasado por la mente alguna vez este dicho popular? Imagino que si por lo que te invito a seguir leyendo.
¿Más vale malo por conocido?
Las personas en general preferimos la estabilidad de lo conocido ya que nos sentimos más en control cuando hemos superado las primeras fases del aprendizaje tanto de procesos como de interacciones con otras personas. Esta característica normal se vuelve enfermiza cuando no somos capaces de trascender la inestabilidad inherente a todo proceso de aprendizaje, misma que nos hace sentir inseguros mientras dominamos las habilidades requeridas para manejar el avance, sea éste tecnológico, como es el caso de la banca por internet o telefónica, o de relacionamiento, como es el caso de las interacciones más participativas con el médico, el jefe o la pareja por mencionar solo algunas. Si te dices con frecuencia “más vale malo por conocido” pudiera tratarse de una actitud conformista y reacia al cambio por temores que no necesariamente se basan en perjuicios reales existentes en lo novedoso.
¿Por conocido es malo?
Pero también es importante preguntarte si la relación amorosa, laboral o con proveedores de servicios al igual que la tecnología con la que cuentas es en verdad mala, obsoleta o inoperante. En muchos casos, por la costumbre dejamos de observar y evaluar en detalle estos aspectos por lo que dejamos de tener una visión objetiva acerca de los mismos. Es posible que, en efecto, estés aceptando algo malo o menos bueno que lo que aún no conoces, pero antes de tirar a la basura el aparato, cambiar al galán o caer en las promociones comerciales de otro banco, compañía de telecomunicaciones o cualquier otro servicio, sugiero evalúes en detalle si de verdad te están ofreciendo una mejor opción que lo que tienes ahora. En algunos casos, en lugar de un cambio o rompimiento drásticos, lo más conveniente sería que intentarás resolver lo que te desagrada o no dominas, que ofrecieras tu opinión y que buscaras mejorar lo existente antes de cambiarlo.
¿Bueno por conocer?
En el extremo contrario a quien se resiste a todo cambio, se encuentran aquellos que siempre piensan que lo bueno está por conocerse. Estas personas, como mi querido amigo, siempre intentan comprar el último aparato, ir al bar recién abierto, vestir a la última moda, contratar el banco de moda y por supuesto, andar con alguien nuevo cuando la relación en la que están ya se está volviendo estable. En psicología se clasifica esta conducta como síntoma de algunos trastornos de personalidad serios pero sin llegar a ese extremo, debido a la influencia de los mensajes externos no filtrados, todos estamos expuestos a este tipo de conducta en algun momento. Es evidente que si nos negamos a buscar lo bueno por conocer, corremos el riesgo de quedarnos estancados, pero las decisiones de cambio tendrían que seguir de un proceso reflexivo y no impulsivo del tipo “primero mato, después averiguo” heredado de nuestros revolucionarios.
Mientras encuentro la forma para depurar y restaurar mis datos en la pc, y aprendo a usar el nuevo aparato movil, recuerdo que cuando pasé del walkman al MP3 y de la agenda manual a la electrónica sentí la misma frustración que ahora pero las ventajas que disfruto con lo nuevo son sustanciales; lo mismo pasó cuando me armé de valor para mandar esa carta cancelando la tarjeta de crédito carísima y opté por una más light, o cuando di las gracias en ese empleo sin futuro y opté por la independencia. En todos esos avances, al principio me deseperaba por ignorante de las reglas nuevas que una vez dominadas, ahora me hacen la vida más grata. Por ello, al “más vale por conocido, que malo por conocer” respondo con otro refrán popular “ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”