Cuando algo “no se siente bien” ahí abajo, lo primero que hacemos casi todas es lo mismo: pensar “seguro es candidiasis otra vez” y correr a la farmacia. Pero, ¿y si te digo que muchísimas veces no es una infección? Que ese picor, esa sequedad o ese ardor que no se va puede ser tu cuerpo hablando en otro idioma: el de las hormonas, el del estrés o el de una piel sensible que está pidiendo a gritos que la traten con cariño.
En INTIMINA llevamos años escuchando a miles de mujeres que estaban cansadas de probar una y otra crema “milagrosa” sin resultados. Por eso creamos esta guía: para que dejes de jugar a la ruleta rusa con tu salud íntima y empieces a entender, de verdad, qué está pasando.
El error más común (y más caro) que cometemos
Picor + flujo raro = candidiasis, ¿verdad? Pues no siempre. Los síntomas íntimos son unos grandes imitadores. Una irritación por un jabón nuevo, la bajada de estrógenos en la perimenopausia o incluso el estrés crónico pueden sentirse exactamente igual que una infección. El problema es que, cuando tratas algo que no tienes, no solo no mejoras… empeoras la película: más frustración, más dinero gastado y la sensación de que “nunca voy a estar bien”.
La Dra. Susanna Unsworth, ginecóloga y asesora médica de INTIMINA, lo tiene clarísimo: «El 70 % de las mujeres que vienen a consulta pensando que tienen candidiasis recurrente, en realidad no la tienen. Están lidiando con cambios hormonales, liquen escleroso, dermatitis de contacto o simplemente una vulva que necesita hidratación diaria. Y mientras sigan poniéndose antimicóticos, nunca van a solucionarlo».
Tres grandes grupos de “culpables” (y cómo reconocerlos)
- Infecciones de manual (BV o candidiasis)
- Olor fuerte (a pescado en la BV), flujo tipo queso cottage, picor intenso y localizado.
- Suelen aparecer de repente y responden al tratamiento específico.
- Cambios hormonales (el ladrón silencioso)
- Sequedad que no se va, dolor al tener sexo, tejido que se siente “como papel”, síntomas que van y vienen con el ciclo o con el estrés.
- Aparecen sobre todo en lactancia, perimenopausia, menopausia o con ciertos anticonceptivos.
- Irritación “de la vida misma”
- Picor o ardor en la vulva (no dentro), enrojecimiento, pero el flujo está normal.
- Detergentes fuertes, salvaslips perfumados, leggins que no transpiran, sudor después del gym… la lista es larga.
Cuando el cuerpo te está diciendo algo más serio
A veces, detrás de un picor que “parece candidiasis pero no se quita nunca” hay algo que necesita atención urgente, como el liquen escleroso (una enfermedad inflamatoria que, sin tratamiento, puede dejar cicatrices y aumentar el riesgo de cáncer de vulva). Por eso, si llevas más de dos rondas de tratamiento de venta libre y sigues igual… para. Respira. Y ve al ginecólogo. No es ser dramática, es ser lista.
El truco que cambió la vida a miles de mujeres (y que nadie te cuenta)
La Dra. Unsworth lo repite hasta el cansancio: «Trata tu vulva como tratarías la piel de tu cara. La piel de ahí abajo también se deshidrata, también se inflama, también envejece. Un hidratante íntimo diario (sí, cada vez que vas al baño) puede ser la diferencia entre estar incómoda todo el mes o sentirte en paz con tu cuerpo».
Tú eres la que mejor conoce su cuerpo
Apunta lo que sientes, cuándo empezó, si coincide con la regla, con un nuevo gel de ducha o con una temporada de exámenes o guardias. Lleva ese diario a tu ginecóloga. Esa información vale oro.
Porque mereces soluciones que funcionen de verdad, no parches que duran dos días.
Mereces dejar de adivinar.
