migas, amigos, compañeras y compañeros:
En 2008 inició la implementación del Programa Viajemos Seguras en la red de transporte público de la Ciudad de México (STC, Red de Transporte de Pasajeros, Trolebús, Metrobús y Tren Ligero), en el cual se establece la separación física entre hombres y mujeres, sobre todo en horas de saturación. Dicha medida (acción afirmativa) ha hecho descender las denuncias de abuso y hostigamiento sexual, aunque es claro que el resultado sería mejor y a largo plazo si la medida se acompañara de campañas efectivas que educaran sobre el respeto y la equidad entre hombres y mujeres. La iniciativa está sustentada en el artículo 23 de la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en el Distrito Federal, el cual señala que el sistema de transporte público de la ciudad deberá “generar mecanismos de prevención, detección y canalización de las mujeres víctimas de violencia”, así como realizar estudios enfocados en elaborar políticas públicas que prevengan hechos violentos contra mujeres en el transporte.
No obstante, es pertinente inscribir este programa en un esquema de lucha más amplio, eso es, en el proceso de lucha de las mujeres por apropiarse de los espacios públicos en los que histórica y socialmente han sido invisibilizadas y transgredidas en su dignidad e integridad. Poco a poco hemos ido conquistando nuestro derecho de ser, estar y de relacionarnos libremente con otras mujeres y/o con otros hombres. Sin embargo, aun con los logros alcanzados, otros problemas siguen aquejándonos e incidiendo directa o indirectamente en nuestra calidad de vida. El caso particular al que quiero referirme en este mensaje es en relación al ineficiente servicio de transporte público que recibimos en el D. F.
Para quienes viajan en metrobús, metro o cualquier otro transporte no es un secreto la locura que se vive todos los días para abordar una unidad, permanecer dentro de ella, y ni se diga, bajar de ésta. El traslado de nuestros hogares a nuestros trabajos y viceversa, se convierte en un continuo riesgo tanto físico como emocional, ya que viajamos peor que ganado -con el respeto que merecen las vacas, cerdos, etcétera-. Consecuentemente, en nuestra convivencia cotidiana comienzan a producirse y reproducirse (aunque de manera velada) relaciones de violencia de diversos tipos, sólo que ahora entre las mismas mujeres, evitando u obstaculizando tejer lazos de solidaridad entre nosotras (tanto que nos hace falta).
De manera breve (o lo más que pueda), quiero compartirles una de mis experiencias vividas la semana pasada:
Como todos los días, el lunes o martes (qué más da… todos los días son iguales) abordé el metrobús en la parada acostumbrada (el caminero), pero como siempre el autobús al que subí iba repleto. La tensión provocada por la prisa y el prácticamente nulo espacio para que subieran otras mujeres, provocó que una señora aproximadamente de 50 años y una joven cercana a los 25, se pelearon a golpes de manera brutal, al menos para mí. La mujer mayor se encontraba en crisis y soltaba golpes y patadas hacia todos lados. Por otro lado, la joven se defendía como podía. Entonces la persona mayor cayó al suelo en medio de la pelea.
El nerviosismo, el enojo y el miedo se apoderaron del vagón. Pedimos ayuda a gritos al conductor y éste nos ignoró. Traten de imaginar la escena: una mujer tirada, en medio de un montón de mujeres desesperadas; más de 10 pidiéndole ayuda al conductor. Solicitándole que no arrancara ni cerrara las puertas. Sin embargo, él decidió cerrar y continuar su recorrido como si no pasara absolutamente nada (me pregunto que habrá pasado por su cabeza). Ya en la siguiente estación, la policía en turno se acercó debido a los gritos, pero tampoco hizo nada. Su absoluta pasividad frente a la situación dejó ver su inexperiencia, deficiente capacitación, o incluso miedo.
¿Qué les dice esta escena?
Me sentí indignada y llena de impotencia, pero me queda perfectamente claro que esos sentimientos no resuelven nada. Es por eso que se me ocurrió convocarlas y convocarlos por este medio a que utilicemos los medios de atención de quejas disponibles, con el propósito de hacer escuchar nuestra voz y sobre todo nuestros derechos. Sé que algunas y algunos me tomarán a loca y pensarán que no tengo nada que hacer; o que no sirve de nada denunciar porque no nos harán caso; o que vivo en la utopía; o que están demasiado ocupadas y ocupados como para atender nimiedades; o que les da mucha flojera; o que están trabajando y no deben distraer su atención ni 5 minutos para hacer una llamada o enviar un mensaje; o que están en casa descansando, o cualquier otra cosa (ojalá ninguna de las anteriores). Yo de todas formas me atrevo a pedirles su apoyo para que juntas y juntos contribuyamos a mejorar las condiciones en las que viajamos mujeres y hombres en el transporte público de la Ciudad de México.
Denunciemos lo que ocurre todos los días en el metrobús y el demás transporte público de la capital del país. O imaginen otras alternativas de acción, pero hagamos algo por favor. Ésta no es una situación de malestar exclusivamente personal. Todos los días veo a mujeres y hombres (niñas, niños, jóvenes, ancianos, ancianas, etcétera) que son empujados, lastimados, golpeados.
¿Qué más queremos que pase para actuar?
Quizás para muchas y muchos al ver lo que pasa digan: “pues ni modo, qué se le va a hacer”, “así es y no puede cambiar”. Pero definitivamente rechazo esa postura, los invito a que reflexionen cuál es la postura de cada una y uno de ustedes.
Les comento que yo ya he llamado y enviado mensajes respecto a lo ocurrido en las últimas semanas en el metrobús y les he exigido tener un seguimiento de mi queja. A regañadientes pero lo han tenido que hacer. Ya he obtenido respuesta por parte de algunos funcionarios, pero me parece que hace falta insistir: que no sea una o diez o veinte voces las que se hagan escuchar, sino todas las que sean necesarias hasta que nos hagan caso. Aprovechemos que estamos en el INMUJERES y apropiemos el sentido de su existencia.
La idea es que cada quien llame o envíe un mensaje para hacer visible el problema. Yo sugiero exigir lo siguiente:
- Mayor número de unidades y corridas de manera que el servicio sea más fluido, sobre todo en horas pico.
- Generar formas de organización que permitan que las mujeres y los hombres accedan de manera ordenada a los vagones y apoyarse de las y los policías para implementarlas (si no tienen imaginación, con gusto yo les doy varias ideas).
- Sensibilización a policías y conductores para que intervengan en atender cualquier tipo de incidente generado en el servicio.
- Realizar campañas de sensibilización para erradicar el hostigamiento y abuso sexual hacia las mujeres, de manera que el Programa de separación existente entre mujeres y hombres tenga sentido para todas y todos.
En espera de que se decidan a reportar el mal servicio y exigir los puntos anteriores u otros que consideren pertinentes, anexo los nombres y correos electrónicos a quienes hay que mandar nuestras denuncias y quejas (por favor envíenlos a todas y todos):
Ana Elena Jarillo: [email protected] y [email protected]
Ing. Jorge Coxtinica Aguilar, Director Técnico Operativo: [email protected]. Tel. 57616860, 5761.6870 ext. 117
José Dolores León Luna, JUD de Centro de Control: [email protected]. Tel. 57616860, 5761.6870 ext. 117
Ing. Alejandro Martínez Camargo, Jefe de Sistemas de Peaje: [email protected]
Karina Cabello Mora: [email protected]
Centro de Control de Recaudo Vergel
Av. Cuauhtémoc No. 16 Col. Doctores, C.P. 06720
Del. Cuauhtémoc; tel. 57616858, 57616870 y 57616873 ext. 122
Si quieren mandar su reporte vía internet basta con entrar a la página metrobús www.metrobus.df.gob.mx En ésta explica detalladamente el procedimiento a seguir, aunque les aclaro que por esa vía no se entera a las personas señaladas anteriormente, y las cuales son las directamente implicadas en las toma de decisiones.
Bueno queridas y queridos, me despido de ustedes enviándoles un abrazo fraterno y siempre luchando porque “lo personal es político”. Las quiero y los quiero.
Jimena Arcos Rosales
“Seamos realistas, Hagamos lo imposible”…. Ché Guevara
¿Qué pasaría si en las elecciones del 2012 -para el Gobierno- al abrir las urnas aparecieran vacíos todos los sobres de los votos para el senado?
La interpretación lógica sería que los mexicanos no queremos senadores, y por lo tanto desaparecería y nos ahorraríamos el innecesario Senado.
Y TAMBIEN LOS 200 DIPUTADOS PLURINOMINALES
¿Te apuntas a la idea?
¡¡¡ Entonces difúndela!!!
Mandemos la papeleta del Senado con una gran cruz que abarque toda la boleta, para que sea nulo.
Y, así, se podrá ELIMINAR EL SENADO, ya que, si no sale ningún nombre elegido, no podrá nombrarse a ningún senador.
TENLO EN CUENTA.
NORUEGA, SUECIA, DINAMARCA, NO TIENEN SENADO, ALEMANIA SOLO 100 SENADORES.
EE.UU. UN SENADOR POR CADA ESTADO.
LOS GRANDES TEÓRICOS DEL DERECHO INTERNACIONAL Y CONSTITUCIONAL OPINAN QUE ES UNA CÁMARA INNECESARIA, PRESCINDIBLE Y QUE ESTÁ EN EXTINCIÓN,
¿ENTONCES POR QUÉ TENEMOS QUE MANTENER A TANTOS SENADORES EN MÉXICO? ¿Y A TANTO DIPUTADO???
TENEMOS 128 INEPTOS SENADORES, QUE COMEN LO QUE EL 15 DE LA POBLACIÓN PUEDE COMER, QUE VIVEN COMO EL 1% DE LA POBLACIÓN PUEDE VIVIR, GANAN SIN TRABAJAR LO QUE DEBEN, NO TIENEN QUE RENDIR RESULTADOS NI CUENTAS A NADIE, BUENO, SÍ DEBEN RENDIRNOS CUENTAS, PERO TAMBIÉN ES CIERTO NUESTRA APATÍA EN GENERAL ES MÁS QUE EVIDENTE.
Vivimos de PAN Y CIRCO.
Casi Cuatro Senadores por Estado, absolutamente Absurdo, no olvidemos que Nosotros lo hemos permitido, Nosotros lo podemos cambiar.
DE ESTA FORMA AHORRAREMOS $3,500 MILLONES DE PESOS CADA AÑO. ¡¡¡NOMAS EN SENADORES, IMAGINATE SI TAMBIEN METEMOS A LOS DIPUTADOS!!!